¿Será verdad que un clavo saca a otro clavo?
Eugenia León, pero es de David Haro
Ok…. ¡¡¡Show time!!! Es viernes y con ello llega el anhelado fin de semana, no nos pongamos nerviosos, ciertamente ya no hay NFL, pero a dios gracias, inicia la intermedia de ONEFA y además tenemos un buen experimento a través de la Liga de Futbol Americano Profesional (LFA) así que no perdamos la calma, porque hay emociones para este fin de semana.
Pero como de “tacleadas” no solo vive el hombre, macho, fuerte y rudo… Si, ajá, es necesario abordar temas más serios, de mayor profundidad, con un contenido que permita la reflexión y el autoanálisis… O sea, lean otra columna, porque no es nuestro estilo ser serios y reflexivos.
Pues sí, fiel lectora se pregunta cómo está eso del clavo, con quién, cuándo, dónde, hasta parece estudiante de comunicación aprendiendo la “célebre” pirámide invertida.
Hace unos días, entré en uno de los procesos de revisión informativa muy intenso, es decir, mientras me rascaba la nalga (así se llaman, no tepehuanas, ni pompis, mucho menos posaderas) derecha, la de las grandes reflexiones, recordé que a principio de año una fiel lectora ubicada en una ciudad donde sus calles hablan de historias de piratas ante una estructura fortificada que a la derecha me lleva a un mar de siete tonos azules y a la izquierda a mi amado mundo jarocho (se fijan como no dije nombre ni ubicación, para proteger a la susodicha) me lanzó directo la pregunta, ¿el sexo sirve para olvidar a una persona?¡¡¡Tómala cachetón!!! Un tema serio y profundo en mi columna, dios me encuentre confesado, a ver, si fuera terapeuta podría decir que después de un rompimiento es necesario guardar un tiempo de duelo, toda ruptura es una perdida a la que hay que darle su espacio para llorarle y a través de este proceso reparar el alma para tratar de salir del “hoyo” y después porque no, volver a encontrar a una persona especial.
Pero lo cierto es que no soy terapeuta, soy un reportero, que gusta de las caguamas y el wiski corriente y para colmo soy bastante lujurioso y con esas “credenciales” puedo decir, que en mi experiencia, después de un rompimiento es tiempo de juntar a los amigos (as), de buscar una dolorosa cantina, para ahí pasar al copeo, ese que nace de la plática, de esperar que una alma bondadosa nos pregunte ¿les bajo toda la botana? Pues obvio si, de eso pedimos nuestra limosna, de una botana que nos permita estar en tono para pedir las mejores canciones de José Alfredo Jiménez, el cual, sobra decir, es indicado como “idóneo” para tratamientos de “corazón roto” y casos desesperados.
En este proceso, también hay espacio para una llamada, para decir al imperfecto (a) más de tres verdades pero con estilo, elegancia, sutileza, algo así como “deberías de ver la cosa que en este momento me estoy comiendo (y no hablo de la botana) gracias por la oportunidad de recordar que en el mundo hay un millón ocho mil seres más sexys, hermosos, cachondos y divertido y no solo amargosos (as) como tú”.
Después de sutil declaración, hay que aclarar que a dios gracias las cantinas ahora son mixtas, es decir, pueden entrar hombres, mujeres, quimeras, doncellas, plebeyos, gavilanes y por supuesto palomas, entonces, que mejor: unos tragos, algo de comida y miradas sexys, picaras, acompañadas del clásico “que calor” o de un “Hola… Mucho gusto, te invito algo”.
Para después de algunas horas de conversación sobre las líneas tangenciales no existentes que unen a los puntos imaginarios del cosmos”, pasar a la intimidad del hotel, de la excitante aventura del sexo en el coche, un parque, cine o en la escalera antes de llegar al departamento de la nueva conquista.
Porque seamos sinceros (nunca nos hemos mentido) no hay nada más rico que los besos bajo los efectos del alcohol, cuando sabes, pero no entiendes, cuanto te cuesta pensar o comprender si la mano que te toca, es la tuya, la del otro o mejor aún la de un tercero (a), porque cuando de mal de amores se trata nada más rico que un rico trío.
Por supuesto, hay que tener claro que una relación bajo estas condiciones, provocan que una vez “consumado todo” porque para todo primer beso hay un último orgasmo, (esta es frase, tomen nota, que no siempre me salen) es necesario tomar la ropa y nuestras miserias y regresar a casa.
Algunos, los de moral conservadora dirán que con una sensación de “chale” y otros, como yo, con una pícara sonrisa; depende de estilos, cinismo y de qué tanto nos acordemos, pero sobre todo, de qué tanto pensamos que estuvimos excelentes en la cama, o sea, el asunto no es muy claro.
Entonces podemos usar ambos métodos para sacar un clavo de nuestra vida, creo que mi formula es más divertida, reúne a los amigos, pero sobre todo da pie a un montón de anécdotas etílicas que dan vida y sentido a nuestro ser, porque para mal o peor hay un grupo de seres (como yo) que hemos decidido hacer de la bohemia un estilo de vida.
Concretando, creo que efectivamente un “clavo no saca otro clavo”, pero ayuda clavar o dejar que nos claven, mientras la vida nos pone a otro ser, porque si bien el sexo con amor se llama enamoramiento, el sexo por el gusto del sexo se dice… “mmm qué rico”.
Entonces, para este fin de semana queda como tarea… Pues hacer de su vida y cuerpo un papalote, solo recuerden, con precaución y si tienen pareja pues invítenla a disfrutar de sus perversiones, pregunten ¿Qué quieres hacer? Igual y los sorprendidos sean ustedes… Ojalá (que quiere decir Ala quiera).
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