jueves, 10 de noviembre de 2011

Las escrituras de las sábanas

Sigo semana a semana la manera en que Mora Torres engarza historias para dar a conocer las monografías recientes en monografías.com. Esta vez se lucio con un cuento erótico de gran peso y sutileza.

Ella lo rescató de sus archivos y Erotiz_Arte lo hace de la blogósfera porque justo convina lo que el nombre de este blog pretende comunicar Se vale opinar


Era domingo por la noche y era un ambiente de milagro el que creaban las sábanas dibujadas con raros caracteres, la vacilante luz que llegaba desde la cocina, la ropa amontonada a los pies de la cama, el silencio surcado de pequeñas respiraciones y del sonido del reloj, que no hacía tic tac sino que repetía locamente una palabra, una palabra que golpeaba, como hu-lé hu-lé, o col-mó col-mó.
“¡Basta”, se ordenó a sí mismo Guido; “ahora debo dormir.”
Mañana empezaría a dirigir el Taller Literario y esto lo importunaba.
Él era un escritor, no un profesor, ni un crítico, ni un erudito. ¿Y qué significaba un taller literario?
Taller era una escuela, un seminario, un estudio de pintor, no de escritor.
No entendía muy bien, pero había aceptado el nombramiento porque el trabajo como cronista de policiales en el pequeño diario El Regional estaba muy mal pago.
Se durmió; cuando se despertó el bebé lloriqueaba a su lado, y no había nadie más en la casa.
Preparó el biberón y se aplicó a alimentar a Pedro. Con la luz de la mañana habían desaparecido las escrituras de los duendes y lo que había sobre las sábanas eran manchas de comida, de talco con aceite, de ungüentos ásperos, de menstruaciones y café.
Perla -al volver de llevar a los chicos mayores al colegio-lo vio vistiéndose con el traje marrón y la camisa y la corbata beiges.
Ella le dijo en broma:
“Te adornaste para seducir talleristas” -y un milímetro de milímetro se le desvió el ojo derecho. Ella era muy delgada, de cabellos opacos, pero su encanto refulgía cuando le aparecía la bizquera.
Sin embargo, Guido miró el reloj y comprobó con pena que se había hecho demasiado tarde.
Pensó en la fauna mitológica que debería afrontar dentro de un rato: señoras que al llegar a la edad madura habían presentido que su vocación era escribir; solteras decepcionadas que buscaban un novio literato; románticas que olían a lavanda y se llevaban la mano al corazón recitando los veinte poemas de Neruda, y más aún su canción desesperada.
Al comparecer en el Taller, nada era muy distinto de lo que había imaginado.
“Escribir es muy fácil”, empezó a decir Guido. “Tenemos todas las palabras y sólo hay que tomarlas y acomodarlas bien. Es como armar un rompecabezas, están todas las fichas…”
“Con una diferencia”, interrumpió una pelirroja deslumbrante. “Que al rompecabezas hay que armarlo siguiendo un modelo. Uno no puede dejar un brazo sobre la cabeza, o poner una pierna a manera de cara. Hay que hacerlo perfecto. Con la escritura es diferente; uno debe crear un modelo especial de figura, un hombre con tres ojos, al que le falten y le sobren piezas.”
A Guido lo que le sorprendió no fue la teoría sino la silueta altamente provocativa de la pelirroja. Al llegar no la había notado. Era como si hubiera nacido de esa masa de señoras informes que pedían a gritos una flor, un poema o un amante.
Guido leyó en voz alta algunos párrafos de cuentos y poemas que le alcanzaron manos temblorosas. Corrigió, descalificó muy dulcemente, descubrió dos o tres palabras juntas que podían ser buenas, elogió esfuerzos, aconsejó lecturas.
Al terminar estaba tan cansado y enojado consigo mismo que pensó que no podría volver el otro lunes al Taller, y se quedó dormido ahí, en un sillón de pana verde que le habían asignado.
Soñaba que él no era Kafka, pero una voz de mujer, grave y ardiente, le dijo desde la puerta, y esto no era parte del sueño:
“Leí todos tus cuentos publicados, hace mucho que deseaba conocerte, Guido”, y ahí estaba la pelirroja.
Era Helena con hache, un detalle determinante para ese momento de Guido. La hache la bordaba con canciones griegas.
Y parecía muy sabia Helena -transfiguraba la conversación sobre literatura con su voz y sus gestos; la convertía en duendecillos, en huesecillos.
El humo que los rodeaba se hacía muy voluptuoso. El residuo que quedaba eran imágenes que se rompían, burbujas donde ellos dos, Guido y Helena, iban hacia un lugar, un prado, de transparencia y desnudez.
“Ahora tengo que ir a mi trabajo del diario, y lo lamento porque es hermoso conversar de este modo con vos”, dijo Guido, escurriéndose el humo, el residuo y el prado.
“Podemos seguir conversando en mi casa esta noche”, le sugirió la pelirroja.
Guido pasó toda la tarde en El Regional intentando escribir una nota sobre la niña violada en San Alberto, noticia que había trascendido al mundo porque en el caso estaban implicados políticos, empresarios, y un director de cine.
Le costaba escribir.
Sobre el papel, más que la niña violada en San Alberto aparecía la pelirroja con todo su esplendor, llamada Helena con gran clarividencia de sus padres, porque qué reinos no era capaz de destruir, y qué otros de opacar, como el reino tan hasta hoy indestructible de las sábanas sucias.
Salió del diario rápidamente, antes, sin haber terminado la nota, con ansiedad frenética.
Pero ahora, después de haber bailado con la ráfaga roja y después de haber sido conducido hasta la habitación donde Helena apartó el cubrecama de piel de leopardo y la lujosa funda almidonada, no sabía qué hacer. No podía seguir, acariciaba con la punta de los dedos el bordado ostentoso del doblez de la colcha, y más se desinflaba, más se helaba, más se ablandaba y se percibía como una babosa presa en la jaula del tigre.
Se vistió como un enajenado, corrió a su casa y constató el hu-le hu-lé junto al col-mó col-mó.
Perla yacía entre las sábanas escritas, todavía despierta sin embargo, con el milagro de los raros caracteres y de la ropa de niño amontonada; y la besó y la llenó de prados, de burbujas, de señoras calientes, de violadores, de noticias, de pelirrojas incitantes, como si la luz de la mañana -reveladora- no fuera a llegar nunca, para toda la vida, para todos los días era noche y misterio.

martes, 8 de noviembre de 2011

El amarre, hechicería erótica

Literatura | Publicaciones, libros y discos | Librerías


Publicado en Cultura UNAM


Una novela romántica, desprejuiciada y divertida de la escritora Margarita Peña, especialista en literatura novohispana y española del Siglo de Oro
 Con más de 40 años dedicados a la enseñanza e investigación de las letras hispánicas, Margarita Peña publica El amarre, novela que combina la historia de amor, la bitácora erótica, un cuaderno de viaje y el desarrollo psicológico y moral de su personaje principal.
A la presentación del texto asistieron Alejandro Toledo, Adriana Cortés, Rocío Barrio y Armando González Torres, quienes comentaron la obra. También se escucharon las palabras de Anamari Gomis, quien no pudo asistir al evento.

El amarre relata la historia de Miranda, una joven y solitaria abogada que se enamora profundamente de Alonso Mendizábal, un talentoso y engreído ingeniero que va de paso por el pueblo de ésta. Desesperada, y ante la inminente partida de Alonso, decide hacer uso de la hechicería erótica de su localidad para obnubilar la voluntad del ingeniero y generar una atracción sexual irresistible entre ambos.

Así, pese a la ferviente adhesión erótica que el ingeniero Mendizábal siente hacia su amada, las diferencias de carácter y los objetivos de vida siguen siendo abismales. Miranda, sin embargo, cegada por su egoísmo, necedad y sentimiento exacerbado de afección, abandona su hogar para acompañar a Alonso en un largo viaje de trabajo que juntos los lleva por diferentes latitudes del globo como Brasil, Alemania y Londres, entre otros destinos.
La historia relata el descubrimiento personal de Miranda a partir del abanico de posibilidades que los viajes, el amor, y las situaciones improbables a las que se somete ella misma le ofrecen día a día.
En El amarre, Margarita Peña consigue un divertido inventario sentimental y retoma la historia romántica sin prejuicios y ataduras sociales, abriendo las posibilidades de comprensión en las pasiones, según palabras de Rocío Barrio.

Para el poeta y columnista Armando González Torres, El amarre es "un magnifico relato de una relación de pareja poco convencional y una serie de descubrimientos emocionales y carnales" donde "el humor, la sencillez y simpatía de los protagonistas hacen que su lectura sea amena y dilecta."

El amarre, de Margarita Peña, está editado en serie Rayuela de la Dirección de Literatura de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM.


Edgar Durán

jueves, 20 de octubre de 2011

Memorias de una Pulga (Versión Siglo XXI)

Por Marbella Lizette Martínez Fernández




Nota del Editor: A la redacción de  Paradigma, nuestra editorial de publicaciones virtuales, llegó la novela corta de la cual  presentamos el siguiente fragmento.
Desde  la década de los noventa, nuestra página Sinporno ha recibido miles de visitas, sin embargo como blog no puede recibir publicidad ya que aunque su nombre fue con el propósito de declarar que somos enemigos del porno, el sistema, por sistema bloquea  las empresas que nos interesan: las que se dedican a fomentar el sexo consciente  y con ciencia. 
 Publicaciones europeas en español han pirateado nuestro título publicando exactamente lo contrario al Arte Erótico que siempre ha sido el concepto de nuestra línea editorial.

Esperamos que este contenido publicado con el nombre de ErotizArte, sin mojigatería; pero confiamos que sin trascender los límites del buen gusto, sea del agrado del público mexicano y de los hispanoparlantes  más allá de nuestras fronteras. 


Sin ánimo de aburrirte con un extenso prologo, quisiera que consideraras por un momento que posibilidades hay de que la trama y las vivencias de una historia real o inventada se repitan en el tiempo por diferentes personas y en diferentes lugares del mundo.
 Ahora, imagina que no se trata de un solo mundo, sino de muchos mundos. Te preguntarás que a qué me refiero. Pues bien, si alguna vez aceptaste el concepto de que nuestro universo es infinito, te imaginas cuantas posibilidades hay de que exista un número infinito de mundos como el nuestro y cuantas veces podría repetirse en ellos esa misma historia.
Si recurrimos a las descabelladas teorías de la física moderna; ésta historia que te voy a contar existe en algún lugar del tiempo y el espacio de alguno o varios de los infinitos universos paralelos del infinito numero que de ellos hay superpuestos en el mismo lugar y a los que algún día la tecnología del futuro nos permitirá verlos; sintonizándolos como lo hacemos hoy con las frecuencias de radio o televisión. De acuerdo a esto: la imaginación es la capacidad de asomarse a estas dimensiones con los sentidos de la mente y escribir es jugar a ser Dios moldeando a nuestro antojo lo que ya existe en algún lugar del tiempo y el espacio, ambos infinitos por cierto.
*    *    *
CAPÍITULO I  (Encendiendo la fogata)
Bella, era el nombre de una preciosidad de figura perfecta. No obstante su juventud, sus dulces encantos en capullo empezaban ya a adquirir proporciones como las que placen al sexo opuesto. Su rostro acusaba una candidez encantadora; su aliento era suave como los perfumes de Arabia y su piel parecía de terciopelo. Bella sabía desde luego cuáles eran sus encantos y erguía su cabeza con tanto orgullo y coquetería como solo pudiera hacerlo una reina, pero como si todo esto no fuera suficiente; por su sangre corría el fuego del Mediterráneo, pues debido a sus raíces familiares ésta chica tenía un marcado pero sensual acento europeo con cuya fina gracia cautivaba y divertía hasta con la más insípida conversación. No resultaba difícil ver que despertaba admiración al observar las miradas de anhelo y lujuria que le dirigían los jóvenes y en no pocas ocasiones también los hombres ya maduros. En el exterior del templo religioso al que asistía no había hombre que no volteara discretamente a mirar tan increíble silueta, manifestaciones que hablaban mejor que mil palabras de que mirarla era un verdadero regalo para los ojos masculinos.
Sin embargo ella no prestaba la menor atención a lo que evidentemente era un suceso de todos los días, la damita se encaminó hacia su hogar en compañía de su tía, una dama que a pesar de languidecer por su delgadez y ser enfermiza en extremo; tenía un cuerpo que estaba revestido con el mismo inconfundible sello familiar de Bella, era una mujer que en sus mejores momentos había sido una sobresaliente bailarina de ballet clásico que participó en destacadas obras como titular del elenco y aún conservaba el porte aristocrático y la impecable figura con la que esa férrea disciplina marca de por vida el cuerpo de quienes entregan su vida a ese arte.
Al llegar a su pulcra y elegante morada la jovencita se dirigió rápidamente a su alcoba, en el interior encendió su computadora para ver sus correos y con el corazón acelerado abrió con urgencia aquel que le interesaba ignorando los demás. “Esta tarde a las seis, solo podré estar diez minutos en el colegio”, eran las únicas palabras escritas en el correo, pero al parecer tenían un particular interés para ella, puesto que se mantuvo observándolas por algún tiempo en actitud pensativa, como si su mente buscara mil interpretaciones o mensajes ocultos en esas escasas frases.
Enseguida, Bella se vistió con meticulosa atención; procurándose la ropa y los arreglos más insinuantes que tenía. Enfundada en unos ajustados y sensuales jeans de fina mezclilla que hacían resaltar al máximo sus encantos femeninos en combinación con una estilizada playera de manga larga que se plegaba como piel a su diafragma mostrando las formas de sus senos, salió al jardín que rodeaba la casa donde moraba para que nadie la viera salir. Montó su bicicleta y al llegar al extremo de una larga y tranquila avenida la muchacha se sentó en una banca rústica del parque frente al colegio y esperó la llegada de la persona con la que tenía que encontrarse.
No pasaron más de cinco minutos antes de que un coche se estacionara en la puerta del colegio, del interior salió un apuesto caballero muy maduro de unos cuarenta y tantos años, pero con una apariencia tan varonil y seductora como la de ciertos galanes de cine. Entró al colegio donde las actividades vespertinas estaban por terminar. Casi de inmediato Bella encamino sus pasos rumbo al colegio. El caballero era uno de sus maestros que había quedado de entregarle una guía de estudios para un curso de verano.
En verdad Bella no estaba interesada en tal estudio, lo único que quería era platicar con él. Bella estaba fascinada con ese hombre que dicho sea de paso guardaba cierto parecido con su Tío, en cuya casa vivía, pero a diferencia de su maestro, su tío era una persona de semblante amargado que jamás sonreía, viviendo siempre al cuidado de su enfermiza esposa nunca lo veía divertirse o salir a pasear.
En cuanto llegó al despacho de su maestro se entabló una conversación sobre la metodología del curso que la linda muchacha escuchaba con los ojos encendidos sin poner la mínima atención al contenido de la misma, terminada la cual su maestro le dijo:
— Así que ¿a cual escogerías tu Bella? — Preguntó su maestro.
Casi suspirando, Bella contestó sin pensar con su acostumbrado acento europeo:
— ¡A Usted Claro!
Pero viendo que su maestro dirigió su mirada hacía ella con extrañeza, Bella corrigió.
— ¡He!, ¡Perdón!... quise decir… ¡Más bien!.. Creo que estoy de acuerdo con lo último, ¡si!… eso es.
Sin estar muy convencido con la respuesta, su maestro cerró la carpeta de la guía escolar y se la entregó a Bella diciéndole.
— ¡Bien!, pues aquí tienes lo que pediste, yo debo retirarme, tengo un compromiso para el que ya estoy retrasado, si tienes alguna otra duda…
El ritmo de la respiración de Bella se apresuró ante tal noticia, sabía bien que no lo volvería a ver hasta después de las vacaciones y apresurándose le salió al paso bloqueando la puerta de salida con su espalda para decirle:
— ¡Espera Giovanni!... ¡Digo! … !Perdón! ... !Quise decir! ... ¡Maestro!... Hay algo que quería pedirle. Supe que en unos días va a viajar a Vancouver para participar en una conferencia y que será un viaje corto al que asistirá solo por una semana y pues… verá… yo he querido viajar a ese lugar para practicar el idioma… pero no encuentro quien conozca ese lugar y domine el idioma tan bien como usted. Así que, yo quería saber si… Usted… y yo… — Nerviosa por no poder cerrar la idea le dijo abiertamente — ¡Podríamos tomar vuelos separados!
Habiendo captado a la perfección las intenciones de la joven, el Maestro se sentó momentáneamente en su escritorio para responder a su aparentemente ingenioso plan.
— ¡Bella!... Bella Bella, ojalá hubiera tenido yo una propuesta así cuando era un joven estudiante de lentes que siempre pasaba desapercibido y cuya compañía nadie necesitaba. Ahora soy un hombre felizmente casado con familia e hijos. Lo que tu quieres daría pie a malos entendidos y poner en riesgo mi trabajo y mi familia sería lo último que yo haría. Mi mejor consejo es que consigas un grupo de amigos de tu edad que quieran viajar y desde luego ¿por que no incluir en tu grupo a aquel que siempre quiere acercarse y no lo hace porque siempre lo rechazan?... tal vez te lleves una sorpresa cuando lo conozcas mejor.
Bella había comprendido a la perfección la postura de su Maestro y decepcionada consigo misma, no solo por haber fallado en su intento, sino porque se había dado cuenta de que era tan egoísta que jamás pensaba en los demás, incluidos como bien le dijo su Maestro; a todos aquellos que en apariencia calificaran con menos de “Pavo Real”.
La entrevista terminó y Bella se retiró pensativa y triste, no podía creer que existiera alguien que la rechazara, ni que le dijera tantas verdades en tan pocas frases, pero si algo había obtenido de ese encuentro era la manera de redireccionar la búsqueda del amor que tanta falta le hacía a su corta edad. — “Si Giovanni no me quiso iniciar en el mundo del amor; buscaré y encontraré la experiencia que quiero” — Se decía a si misma.
Esa noche Bella estaba sola en su casa por ausencia de sus tíos que debieron salir a visitar familiares a otra ciudad y estando en su habitación; sacó de su librero un libro negro que hacía días había estado leyendo, en su portada con letras herrumbrosas había un titulo en letras hebreas, luego una mención de lo que aparentemente era el nombre del autor en español, una sola palabra que para un conocedor lo dice todo: “Abramelin”. Tras leer un rato, salió al jardín que estaba frente a su recamara y a la luz de una luna llena trazó en el suelo un pentagrama con una de sus puntas apuntando hacía el norte, colocó una vela en el centro y se sentó en el interior del dibujo en la posición usada en yoga, cerró sus ojos y empezó una oración que en otros tiempos hubiera sido una sentencia de muerte para quien la practicara.
— ¡Santos espíritus! que rodean este pentagrama y que son atraídos por el fuego de mi cuerpo, huestes angélicas y arcangélicas que traen a la realidad los deseos y los sueños, criaturas de la noche que sirven a los durmientes, ¡Os Invoco para servirme como servís a vuestros amos!, yo que soy el deseo y la fantasía de quienes me admiran deseo traer a la realidad y para mi disfrute lo que mi condición merece, ¡Quiero Disfrutar Por Completo de Todas Las Posibilidades de la Naturaleza  de mi Ser! ¡Quiero Tener la Experiencia Sexual más Fantástica Jamás Vivida por Mujer Alguna!
Y pese a las advertencias del autor de ese libro, articuló con palabras el ilegible e impronunciable nombre del demonio del placer, para después gritar a la luz de la luna.
 ¡Quiero Sentir Aquí y Ahora la Iniciación con la que una Bruja Goza por Primera Vez!
Mientras pronunciaba esto Bella sentía que la sangre que circulaba por sus venas le hacía unas cosquillas tan terribles que aceleraron su respiración y la obligaron a interrumpir su invocación, y casi como poseída tomó la vela y elevándola derramó sobre su desnudo cuerpo la cera que se derretía, excitándose notoriamente con la sensación del calor sobre su piel que la hacía arquear su espalda y ondular su cuerpo. Unos instantes después la jovencita apagaba la vela contra su piel encaminándola hacia su todavía más ardiente sexo para ejecutar una masturbación tan lujuriosa que ella misma se sorprendía de tan extraña e inusual actitud. Un apagado gemido de lujuria semejante al del dolor escapó de los labios entreabiertos de Bella al sentir en sus entrañas el explosivo llamado del placer, derrumbándose hasta quedar con su espalda en el piso, donde quedó tendida y con los ojos cerrados, con una expresión facial semejante a la del llanto. Era la primera vez que Bella se masturbaba y la emoción experimentada por su cuerpo era tal que había quedado como muerta.
El grito ahogado en forma de gemido fue la señal para una interrupción tan repentina como inesperada. De entre las ramas de los arbustos próximos se coló la siniestra figura de un hombre que vestía hábitos clericales y se situó delante de ella. El horror heló la sangre en sus venas y con un esfuerzo por mantenerse oculta, retrocedió ante tal aparición, como quien huye de una espantosa serpiente. La luz de la luna descubrió la figura de un hombre de aproximadamente cuarenta y cinco años, bajo, robusto y más bien corpulento.
Era el Padre Ambrosio, que sabedor del viaje de sus tíos; gentilmente había acudido a esa casa para revisar que todo estuviera en orden. Su rostro rojo y contraído por lo que parecía ser un terrible enojo resultaba todavía más temible por efecto de un par de ojos que brillantes y negros como el azabache que lanzaban fuego en torno a ella con adustas miradas de reclamo y resentimiento, el sombrío aspecto y limpieza de ese santo varón hacían resaltar todavía más sus notables proporciones musculares. Fue entonces que Bella se percató que el padre traía en su mano una cámara de video encendida con la que había filmando todo su “mágico ritual”.
Tan pronto como Bella advirtió la presencia del eclesiástico cubrió su sexo con una mano y sus senos con la otra encogiéndose en el suelo que había sido mudo testigo de su goce, e incapaz de emitir sonido alguno a causa del temor, se dispuso a esperar la tormenta que sin duda iba a desatarse para enfrentarse a ella con toda la presencia de ánimo de que era capaz.
No se prolongó mucho su incertidumbre. El recién llegado la tomó por el brazo mientras con una dura mirada de autoridad le ordenaba que pusiera orden en su escasa vestimenta.
— ¡Muchacha imprudente! — murmuró entre dientes —. ¿Qué es lo que has hecho? ¿Hasta qué extremos te ha arrastrado tu pasión loca y salvaje? ¿Cómo podrás enfrentarte a la ira de tu ofendido tutor cuando vea este video? ¿Cómo apaciguarás su justo resentimiento cuando yo, en el ejercicio de mi deber moral le haga saber los denigrantes actos al los que se entrega su única hija? — Manteniéndola todavía sujeta por la muñeca continuó.
— ¡Infeliz muchacha!, sólo puedo expresarte mi máximo horror y mí justa indignación. Olvidándote de los preceptos de nuestra santa madre iglesia y sin importarte el honor, te has entregado a esta perversa y degradante práctica de brujería que desató en ti el disfrute de la fruta prohibida. ¿Qué te queda ahora? Escarnecida por tus amigos y arrojada del hogar de tu tío, tendrás que asociarte con las bestias del campo y como Nabucodonosor, serás eludida por los tuyos para evitar la contaminación y tendrás que implorar por los caminos del Señor un miserable sustento. ¡Ah, hija del pecado, criatura entregada a la lujuria y a Satán! Yo te digo que...
El extraño había ido tan lejos en su amonestación a la infortunada muchacha, que Bella, abandonando su actitud encogida y arrodillándose, clavó su rostro en lágrimas en las piernas del indignado sacerdote suplicando perdón.
— ¡Piedad padrecito! ¡Compadeceos de mí! ¡Aceptadme en confesión!— Suplicó Bella, cuyas lágrimas se deslizaban por unas mejillas que hacía poco habían resplandecido de placer.
— ¡No digas más! — Siguió diciendo el sacerdote. — No digas más. Las confesiones no son válidas en este momento y las humillaciones sólo añaden lodo a tu ofensa. Mi mente no acierta a concretar cuál será mi obligación en este sucio asunto, pero si obedeciera los dictados de mis actuales inclinaciones; encaminaría mis pasos directamente hacia tus custodios naturales para hacerles saber de inmediato las infamias que por azar he descubierto.
— ¡Perdonadme! padre ¡Perdonadme. Haré cuanto esté en mis manos como penitencia. Se dirán seis misas y muchos padrenuestros sufragados por mí, Se emprenderá sin duda la peregrinación al sepulcro de San Engulfo, del que me hablabais el otro día. Estoy dispuesta a cualquier sacrificio si me perdonáis.
El sacerdote impuso silencio con un ademán.
— ¡Basta! — Dijo el padre. — Necesito tiempo. Necesito invocar la ayuda de la Virgen bendita, que no conoce el pecado. Pasa a verme mañana a la sacristía Bella. Allí en el recinto adecuado, te revelaré cuál castigo corresponde a tu horrible pecado, para ello habré de consultar esta misma noche los libros sagrados que me lo habrán de revelar y solo en caso de que exista una solución adecuada a tu falta, muy a mi pesar habré de callar lo que esta noche he visto, tal y como en el pasado he tenido que callar las desvergonzadas confesiones que siempre vienes a hacerme.
Miles de gracias surgieron de la garganta de Bella cuando el padre le advirtió que debía marcharse ya a su dormitorio.
— ¡Y borra de tu cara esa expresión de felicidad!, que no te he prometido nada. Solo te aclaro que por esta noche, y solo por esta noche, vuestro secreto estará a salvo conmigo, y hasta que nos volvamos a ver, te informaré de mi decisión final. — Dijo el padre antes de partir.


CAPÍITULO II  (Olor a tranquilo claustro de convento, te reto a que pruebes el poder de mi deseo)
Lo que para una jovencita inició como un interesante juego, en manos equivocadas abre una puerta que no puede ser cerrada. La invocación de las fuerzas tenebrosas del orden natural no es cosa gratis, la misma física nos enseña que todo resultado requiere un trabajo. Así mismo toda ganancia obtenida a través de este medio, define un precio. En verdad va a pasar mucho tiempo, antes de que la ciencia demuestre que todo existe en función del marco de referencia del observador, en alusión a que todo está en la mente y de que por cada una las representaciones angélicas y arcangélicas, que no son otra cosa que un símbolo mental con el que vemos solo lo que podemos entender de esa fuerza; existe la contraparte dimensional que la equilibra en el llamado lado oscuro, para que ambas puedan existir en nuestra mente bipolar, cada una de las cuales en su propio sentido tienen nombres, dominios, niveles y jerarquías que van desde lo humano hasta lo divino, viendo hacia arriba y desde lo humano hasta lo innombrable, viendo hacia abajo, según la representación de algo tan antiguo y misterioso que se pierde en la noche de los tiempos: La Cábala.
A partir de este momento y durante todo el recorrido de esta lectura, el costo de las claves referidas que hicieron posible el descenso del indefinible poder de la sensualidad presumiblemente podría alcanzar incluso al lector de esta obra. Tenga cuidado con lo que siente y con lo que desea, pero sobre todo, con cual personaje se identifica, porque todo existe en el plano del gran inmanifestado, la nada absoluta como dirían los físicos, donde no hay materia tiempo ni espacio y donde todo tuvo su origen, y aún se encuentra en expansión.
 
Si deseas tener el texto completo de este relato,  escribe a tvientv@yahoo.com.mx y se lo enviaremos a la autora para que  se contacte contigo

Etiquetas

¿cómo alcanzar el orgasmo? (1) ¿cómo lograr el orgasmo? (1) ¿Cómo mejorar mi vida sexual? (1) ¿cómo obtener placer? (1) ¿Cómo seducir a un hombre? Cómo alcanzar el orgasmo (1) ¿cómo seducir a una mujer? (5) ¿Cuánto debe durar el acto sexual? (1) ¿cuánto sexo es suficiente? (3) ¿un clavo saca a otro clavo? (1) . #Sitienesovarios3 (1) #Sitienesovarios (2) #Sitienesovarios2 (1) actividad sexual (1) Adriana Barraza (1) adultos (1) Alberto Rish (1) AMSSAC (1) anorgasmia (5) anticonceptivos (1) antígeno prostático (1) antihistamínicos (1) Antonio Banderas (1) apps eróticas (1) Armando Aguirre (1) art of state (1) arte erótico (5) Arturo Medina (1) Ashley Madison (1) Aumentar libido (1) auto erotismo (1) autoerotismo (1) autoestima (2) Batichica (1) Batman TV (1) BDSM (1) beneficios de la masturbación (1) beneficios del coito (1) beneficios del sexo (1) Buchacazo (1) buscar parejas (1) Calígula (1) Calle melancolía (2) Cáncer de la Mujer (1) Cáncer de Ovario (3) cáncer de próstata (3) Cánceres de la mujer (1) Cánceres de Matriz (2) Canción de amor (1) Canibalismo (1) Capitan Kirk (1) Cartelera teatral (1) Cartelera teatral DF (1) Casa Coyoacán (1) Catón (1) cérvix (1) chistes sobre seducción (1) ciencia y erotismo (3) cine erótico (2) Citas eróticas (1) clítoris (3) clubes de encuentros (1) Clubes swinger (1) Comer beber y hacer el amor (1) cómo seducir a un hombre? (1) confesiones sexuales (2) consultorio sexual (1) cortes de pelo púbico (1) Cosmopolitan (1) cucharita (1) Cuento Erótico (3) cursos de sexualidad (1) David Barrios (1) decepción amorosa (1) depilación púbis (1) deseo sexual (1) Día del Orgasmo femenino (1) Diferencia de edad (1) dildos (2) disfunción eréctil. (1) disfunción sexual femenina (1) dispaurenia (1) Documentales en Netflix (1) documentales imprescindibles (1) Don Juan Tenorio (1) Editorial Praxia (1) educación sexual (1) Educating Nina (1) el amarre (1) El perrito (1) embarazo (1) en pareja (1) Encuentros íntimos (2) encuentros sexuales (2) enfermedades ETS (1) enfermedades que afectan la sexualidad (1) erotismo (4) espermatozoides (1) Esteban Cañamares (1) Estela Leñero (1) estética del púbis (1) estimulación del clítoris (1) estimulación sexual (1) Eyaculación femenina (1) fantasías sexuales (1) Fernanda I.Zarate (1) Fernando Rivera Calderón (1) fertilidad (1) frases seductoras (1) Gabriela Granados (1) ginecología oncológica (1) ginecólogo (1) guía sexual (1) hechicería erótica (1) Héctor Mendoza (1) Higiene femenina (1) higiene sexual (1) hiperplasia prostática (1) hormonas (1) hotel (1) Hoteles de paso (2) hoteles kinki en la Ciudad de México (1) humor erótico (1) humor sexual (1) INCAN (1) Infidelidad (1) Instituto Nacional de Cancerología. Heberprovac (1) Intercambio de pareja (1) intimidades en pareja (1) Jesús Mendoza (1) Joaquín Sabina (1) José Caballero (1) juegos de rol (1) juegos eróticos (1) juguetes sexuales (1) kamasutra (1) Kate del Castillo (1) La escritura de las sábanas (1) La Suite de Eros (1) las mejores canciones de amor (1) letra de Quiéreme (1) LGBTTTI (1) liberación femenina (1) Libros (1) libros electrónicos (1) libros sobre Don Juan (1) Lina Zerón (1) Lincy Acosta (3) Línea 12 (1) literatura erótica (6) literatura médica (1) literatura sexual (2) Los 33 (1) Luis Eduardo Aute (1) Marbella Lizette (1) Margarita Peña (1) Mariana Escobedo (3) masturbación (1) Medical Daily (1) medicina cubana (1) medicina sexual (2) Memorias de una Pulga (1) misionero (1) Mora Torres. Monografías.com (1) necesidades eróticas masculinas (1) Nicki Minaj (1) nicturia (1) Nina Hartley (1) Noches Islámicas (1) novedades sexuales (1) onanismo (1) orgasm. inc (1) Orgasmo (3) Orgasmo femenino (3) Pájaro de agua (1) parejas disparejas (1) Patricia Riggen (1) películas exitantes (1) pezones (1) píldora femenina (1) placer en pareja (2) placer femenino (1) Plaza de Almas (1) poema cantado (1) poema erótico (1) poemas de amor (1) poesía erótica (5) poesía humorística (1) poesía lividinosa (1) poesía lúgubre (1) poesías tristes (1) posiciones sexuales (1) prácticas swinger (1) preservativo (1) Propiedades de la granada (1) propiedades del hígado (1) propiedades del zinc (1) propiedades sexuales de las fresas (1) Pubis (1) Punto G (3) Quiéreme (1) Rafael Díaz Altamirano (1) Ramsés Ancira (1) relación de pareja (3) relaciones de pareja (1) relaciones humanas (1) relaciones sexuales (2) Relatos Eróticos (4) relatos sexuales (1) Roberto Soto (1) Román García (1) Rompimiento amoroso (1) Salud sexual (11) seducción (1) Senos (1) sensualidad (2) Señales de enamoramiento (1) Series de televisión (1) sexo en la madrugada (1) sexo en las fiestas (1) Sexo por placer (1) sexo saludable (3) sexo y amor (1) sexólogos en México (1) Sexto sentido (1) Shakespeare. (1) síndrome de Sjogren (1) síntómas de prostatítis (1) Star Trek (1) superación personal (2) Swingers (1) Taller de sexualidad (1) teatro DF (1) técnicas eróticas (1) televisión de los 60s (1) terapeutas sexuales (2) terapia sexual (5) testosterona y calvice (1) Tintan (1) urólogos (1) vagina (1) vello púbico (1) vida sexual (4) videos xxx (1) Viruta y Capulina (1) Yvonne Craig (1) zonas erógenas (1)